Lo que Simone Moro, uno de los mejores alpinistas del mundo, siente por el Nanga Parbat es como una iluminación, un resplandor emanado de las páginas de los libros que Simone leía cuando era niño, y que narraban las extraordinarias empresas realizadas por alpinistas como Albert Mummery, Hermann Buhl y Reinhold Messner. Unos alpinistas que dejaron en esta montaña su huella, y en algunas ocasiones, trágicamente, también su vida. Con el tiempo, aquel resplandor se reavivó hasta convertirse en una pasión irresistible, un verdadero amor hacia una cumbre majestuosa que, a lo largo de los tiempos, había rechazado una y otra vez a tantos alpinistas.
En el verano de 2003 Moro puede por fin tocar aquella pared con sus manos, pero su intento de alcanzar la cumbre no llega a buen término. Este no será el final del sueño, sino solo el principio de un cortejo paciente, que ha durado trece años, y que el autor relata en este libro cautivador y emocionante. Trece años y tres tentativas invernales cuajadas de imprevistos, sorpresas, nuevas rutas y nuevas cordadas, avalanchas y tormentas de nieve, grietas, cuevas de hielo, vientos de 200 kilómetros por hora y cielos transparentes… Pero construidas, sobre todo, con escaladas que se completan paso a paso, con la tenacidad necesaria para no rendirse, y con el respeto permanente hacia la montaña, la naturaleza y los límites del ser humano.